Cuento de los Hermanos Grimm con ilustraciones de Janusz Gravianski
UN LABRADOR había terminado un día de sembrar su campo y volvía ya hacia su casa porque se estaba haciendo de noche; y en esto vio en medio de su tierra un montón de carbones encendidos. Se acercó muy extrañado, y encontró a un diablillo negro, sentado encima de los carbones.
― ¿Estás sentado encima de un tesoro?― le preguntó el labrador.
― Claro que sí ― contestó el diablillo. ― Aquí hay un tesoro de oro y plata como no te puedes imaginar.
― Pues, ese tesoro está en mi tierra, es para mi ― dijo el labrador.
― Será para ti si me prometes que durante dos años me darás la mitad de lo que se críe en tu campo. Tengo mucho dinero, pero ahora me apetecen los frutos de la tierra.
― Bueno, como quieras; pero vamos a hacer un trato, para que luego no haya discusiones: tú te quedarás con lo que se críe sobre la tierra, y yo con lo que crezca debajo de ella.
El diablo pensó que el labrador era bobo, y dijo que le parecía estupendo trato. Pero el labrador se reía para su capote, porque lo que había sembrado eran nabos.
Llegó la época de la cosecha, y el diablo apareció a recoger su parte; pero no encontró en aquel campo más que hojas amarillas y marchitas. Y el labrador, en cambio, se puso a cavar y sacó muchos nabos muy hermosos.
― Bueno, esta vez me has ganado ― Dijo el diablo ― Pero en adelante no te vas a burlar de mí; me quedaré con lo que crezca debajo de la tierra, y tú con lo de encima.
― Muy bien, de acuerdo ― dijo el labrador.
Llegó la época de siembra y el labrador en lugar de sembrar otra vez nabos, sembró trigo. El trigo maduró, y el labrador fue a su campo y lo segó al ras del suelo; y cuando vino el diablo no encontró más que rastrojos y, de rabia que le dio, se tiró de cabeza por un precipicio.
― Así se engaña a las zorras ― dijo el labrador, riéndose. Y se llevó el trigo y el tesoro del diablo.
FIN
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.