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lunes, 2 de septiembre de 2024

LAS TRES PLUMAS

 

Cuento de los Hermanos Grimm con ilustraciones de Janusz Gravianski


UN REY TENÍA TRES HIJOS en edad de casarse: dos eran listos y el tercero algo tonto. Por eso, al pequeño le llamaban Lelo. El rey era ya viejo, y empezó a pensar a cuál de sus hijos le dejaría el reino; llamó a los tres y les dijo: 
— Id por el mundo, y el que me traiga el tapiz más hermoso será rey cuando yo muera.

Luego para que no discutieran, los llevó delante del palacio, echó tres plumas al aire, sopló y dijo: 


—  Marchaos y donde caiga la pluma, tomaréis prometida  —  Y luego, a cada uno le dio cáñamo para que a los tres días se lo trajeran hilado por las prometidas. Quién lo hiciera mejor, heredaría el reino.  

 El más grande buscó y buscó;  y halló la pluma sobre el techo de una panadería; entró y tomando a la joven panadera como prometida, le entregó el cáñamo para hacer el tapiz a la  joven, blanda y alegre como un pan.  El segundo príncipe, halló la pluma en la casa de una tejedora; entró a la casa y tomando como prometida a una muchacha  pálida y delgada como un hilo, le hizo entrega del cáñamo.  La tercera pluma cayó en una zanja; el hijo más pequeño, triste y con el cáñamo en la mano se acercó hasta el borde; y después de mucho mirar, sólo encontró una vieja y fea rana que salió del agua y se posó en una hoja. El hijo del Rey le dio el cáñamo y le dijo que tenía tres días para hilarlo.
.
Volvieron junto al rey para contarle para contarle cómo les había ido con sus prometidas. A los tres días, los hermanos mayores corrieron ansiosamente a casa de la panadera y de la tejedora para retirar el cáñamo.
La panadera había hecho una hermosa labor, pero la tejedora-era su oficio- lo había hilado de tal modo que parecía seda. ¿Y el más pequeño? muy mortificado, se acercó al borde de la zanja y se  puso a llamar:
-          "— ¡Rana, rana!
-          — ¿Quién me llama? — dijo rana.
-          — Tu amor que poco te ama.
-          — Si ahora me ama poca cosa, me amará más al verme hermosa". 
       La rana saltó sobre una hoja con una nuez en la boca. Al pequeño le daba un poco de vergüenza ir a verlo al padre con una nuez, cuando sus hermanos le habían llevado el cáñamo hilado, pero se hizo de valor y fue a verlo. 

     El rey que ya había examinado el trabajo de la panadera y el de la tejedora del derecho y del revés, abrió la nuez del más pequeño mientras los hermanos se reían burlonamente. Cuando abrió la nuez, surgió una tela tan fina que parecía una tela araña, y jamás terminaban de tirar de ella y desplegarla, al punto que cubrió la sala del trono.
-         —  ¡Pero esta tela no se termina más!- dijo el Rey, y , apenas dijo estas palabras la tela se terminó.
     El padre no quería resignarse a la idea de que una rana se convirtiera en reina. Y como a su perra de caza le habían nacido tres cachorros. Se los dio a los hijos.
-      — Llevádselos a vuestras prometidas e id a buscarlos dentro de un mes: quien mejor lo haya criado será reina.
Al mes se comprobó que el perro de la panadera se había transformado en un dogo enorme e imponente, porque no le había faltado el pan; el de la tejedora que había sufrido más estrechez, se había convertido en un famélico mastín. El más pequeño llegó con una cajita; el Rey abrió la cajita y de ella salió un perrito de aguas adornado, peinado, perfumado, que se erguía sobre las patas traseras y sabía hacer ejercicios militares y obedecer órdenes. Los hermanos mayores empezaron a protestar.
Y el Rey dijo:
-          No hay duda, mi hijo menor ha ganado; pero id a buscar a sus novias, pues el que traiga a la señorita más bella será mi heredero. 

 Los hermanos mayores fueron a buscar a sus prometidas con carrozas ornamentadas  tiradas por cuatro caballos, y las novias subieron cargadas de plumas y de joyas.
El más pequeño iba desanimado, no quería casarse con una rana; llegó a  la zanja y llamó desde la orilla:
         "— ¡Rana, rana!
-          — ¿Quién me llama? contestó la rana.
-          — Tu amor que poco te ama.
-          — Si ahora me ama poca cosa, me amará más al verme hermosa". 

Y la rana salió del agua se subió a una carroza hecha con un nabo tirada por cuatro ratoncitos. Se pusieron en marcha¸ él iba adelante, y los ratoncitos lo seguían tirando del nabo. Cada tanto se detenía para aguardarlos. Cuando iban llegando a palacio, se oía en el aire un ruido extraño; el príncipe mira hacia atrás y en aquel mismo momento, la rana se convirtió en una señorita preciosa, el nabo en una carroza y los ratoncitos en caballos. El príncipe dio un beso a la señorita, y se fue en la carroza al palacio de su padre. 

En esto llegaron los hermanos, que no se habían molestado en buscar mucho. Llevaron a Palacio a las campesinas que les habían parecido más guapas. El rey las miró a todas y dijo: 
 "— Mi reino será para el más pequeño, cuando yo muera.
       Los hermanos mayores volvieron a protestar; decían a sus padres:
 "— ¡No puedes hacer eso! ¡Lelo no puede ser rey!
       Entonces, el rey dijo que daría su reino al que tuviera una mujer capaz de pasar por un aro que había colgado en el salón del palacio. 
      Los hermanos mayores pensaban: "Nuestras campesinas son muy fuertes y podrán saltar por el aro; pero esta señorita tan fina, no sabrá saltar y se matará".
      Las dos campesinas saltaron; pero eran tan torpes y tan grandes, que se cayeron al suelo y se rompieron varios huesos. Y después saltó la señorita que había llevado el pequeño, y como era tan ligera como un corzo, ganó a todas. 
      Así fue como Lelo heredó la corona, y fue un rey bueno y sabio durante mucho tiempo


FIN